jueves, 25 de junio de 2009

CAFÉ CON CHARO 2


Por Lindy Giacomán
YA NO LE AMAS

Duermes... como si no ocurriese nada
mientras yo fumo un cigarrillo y otro
y lloro contra la almohada.
Te miro tendido aquí en mi lecho
compartiendo mi cama
como sólo debieran compartirla
quienes se aman.
Duermes... como si no ocurriese nada.
Algo me grita dentro: ya no le amas
y yo acallo este grito en mis entrañas.



AMAR O AMAR-GURA


- Es un desgraciado, Charo, otra vez no vino a dormir, llegó a las 4 de la mañana. Le vale. Y ahí estoy yo de su... aguantándole todo, pero me las va a pagar.

- Cálmate, Rebeca, ¿Ramiro tiene otra mujer?

- Más le vale que no, si me entero de algo así, lo mato.

- Siempre ha sido un mujeriego. Todos te lo advertimos a tiempo. ¿Cuánto tiempo puedes decir que tuviste un buen matrimonio?

- Al principio...

- Sí, la primera etapa de la pasión y la mutua complacencia. Recuerdo que los primeros años Ramiro era sutil, cuidadoso, tú pasabas por alto sus actitudes egoístas. Lo justificabas. Pero fuiste desarrollando una obsesión por controlarlo, porque él miraba para otro lado y tú tenías que ponerle un freno. Hacerlo respetar sus promesas. Vivir de acuerdo a las buenas costumbres. Hacer lo que es debido, tener un matrimonio decente. Él jugaba a que se dejaba controlar, pero hacía lo que quería y lo sigue haciendo.

- Pero ya le dije que se le acabó el veinte. Por años fui muy sumisa.. Intenté llegarle de mil maneras... por eso ahora ya no me dejo como antes.

- No, Rebeca, ya no te dejas, ahora se retan abiertamente, amenazan con separarse, pero no lo hacen. Sin embargo, que ahora no guardes silencio, que ya no seas paciente, que lo confrontes, no cambia nada. Trata de ver las cosas como son: Tú querías el control, se volvió una compulsión tu necesidad de controlar la situación. De quitarle el control a él, pero es imposible. Él ha alimentado en ti una profunda desconfianza, y tú nunca has podido vivir en paz. Ramiro te tiene tomada la medida. Sigue siendo el mismo: egoísta, soberbio y orgulloso. Y tú a estas alturas del partido, sigues esperando que él cambie, que se sensibilice a tu necesidad, a tu dolor. Amenazas con divorciarte, pero no lo piensas hacer ¿Por qué, Rebeca?

- Porque no. Eso no es bueno para mis hijos. Se tiene que responsabilizar. Mira qué fácil ¿no? Después de 30 años de friega... No puedo hacerle eso a mis hijos. No sabes cómo es la sociedad, los van a señalar, sobre todo a las mujeres. Necesitan a su padre. Una familia.

- ¿Qué familia? ¿Crees que eso es una familia?

- Pues sí, claro que es una familia. No hay el mismo respeto si no hay un hombre en la casa. Yo no le voy a hacer eso a mis hijos.

- Todos tus hijos son mayores de edad, y tu relación tan deteriorada con Ramiro les ha hecho más daño que el que quieres reconocer.

- Necesitan a su padre. Aunque sea este tan soberbio y egoísta.

- No lo haces por ellos Rebeca... sino por ti.

- No es cierto, Charo.

- Sí, lo es. No los agarres de excusa. No se vale, Rebeca. Tienes que enfrentar tu miedo a quedarte sola. A no hacerla sin él. Mira nada más cómo hablas: “No hay el mismo respeto si no hay un hombre en la casa”. Estamos en otra época. Hablas como tus abuelas, como tu madre y lo digo con todo respeto por ellas, no les quedaba de otra. Pero ¡Por Dios! estamos en el siglo XXI y si una “buena familia” no quiere que sus hijos se relacionen con los tuyos porque eres una mujer divorciada, no ha de tener nada de buena, la tal familia. De modo que no responsabilices a tus hijos de no tomar una decisión respecto a tu pareja “en nombre del amor que les tienes”. No los culpes a ellos. Se trata de ti y tú relación. ¿Tú quieres a tu marido?

- Quiero que cambie, que entienda que tiene que responderme.

- O sea cumplir tus expectativas. Quieres que cambie, ¿por qué crees que va a cambiar ahora, si no ha cambiado en 30 años de casados? ¿Te das cuenta de lo que dices? Estás esperando ahora mismo, 30 años después, que él cambie, que te cumpla tus expectativas para que tú puedas ser feliz.

- Es que no se vale que sea tan egoísta.

- Pero si no se trata de que se valga o no, es un egoísta. Y tú eres muy infeliz con él, vives con el hígado retorcido, haciendo corajes, cada vez que viola tus expectativas, cosa que él, por cierto, hace sistemática y alegremente, sin importarle ni tus sentimientos, ni tu salud. Tienes que dejarte de quejar y ponerle un alto.

- Ya se lo puse, le dije que tiene que cambiar, porque yo no le voy a dar el divorcio.

- ¿Por qué no?

- Porque ya me aguanté 30 años...

- ¿Y cuántos más vas a aguantar? Tienes 50, si vives 80 te quedan otros 30... ¿piensas vivirlos así de enojada como estás? Estás a tiempo todavía, eres una mujer muy bella, inteligente, noble. Puedes rehacer tu vida. Si sigues con él, vas a terminar amargada, porque es o amar... o amar-gura. Dime, si tuvieras diez millones de dólares ¿seguirías con él? (Rebeca suelta una carcajada)

- No, claro que no, ni loca. Pero no los tengo.

- Ese no es el punto. Sino que no estás ahí porque lo amas, sino porque dependes de él. Porque crees que sin él estás perdida. Y eso no es cierto.

- Él tiene que pagar todo lo que me ha hecho.

- Ah, eso ya me suena más real, más acorde con la verdad de tus sentimientos. Quieres vengarte de él, que pague el daño que te ha hecho y te sigue haciendo... porque tú se lo permites.

- Yo ya no le permito nada. Y sí, eso es, quiero vengarme, que ni crea que se va a ir así nada más. Qué chistoso ¿no?

- Te estás haciendo daño, y se lo haces a tus hijos.

- No siempre es así, ahorita porque estoy enojada. Pero hace una semana todo estuvo bien.

- Por cuanto tiempo.

- Unos días... luego salió con que...

- ¡No importa con qué salió Rebeca...! Siempre sale con algo. Tenemos años hablando de lo mismo. Y el patrón está claro. Están metidos en una guerra de control. Y él te tiene bien tomada la medida. He aquí el juego: Se contentan, tienen una corta luna de miel, muy corta - cada vez más corta, por cierto - de dos, quizá tres días, difícilmente libran una semana. Luego de nuevo las agresiones, se rompen las expectativas mutuamente. Tú quieres el control, él sale huyendo, luego de insultarse mutuamente, de ofenderse, de pelearse, de agredirse. Y al irse, él te controla a ti, porque no sabes dónde está, qué hace, no puedes contar con él. Luego, la ley del hielo, dos días, tres, cuatro. Uno de los dos cede, de nuevo se contentan y... al ataque otra vez. A seguir reclamando lo que se han hecho 30 años. A engordar el costal de los resentimientos. ¡Por Dios, eso no es vida!

- Él tiene que cambiar, no puede seguir siendo tan egoísta, tan soberbio, aunque sea por sus hijos. Él tiene que...

- No sigas con eso, no digas lo que debería ser, como si conjurándolo se fuera a realizar. Él no va a cambiar, Rebeca, suelta ese casete. Él no se va a mover de lugar, él está muy a gusto ¡caray, entiéndelo! a la que le aprietan los zapatos es a ti.

- Eso sí, tienes razón, pero a mí no me va a dejar como si fuera su trapo viejo.

- Tienes miedo de ver el fondo del asunto.

- ¿Cuál es, según tú?

- Enfrentar sola tu vida. Tienes que entender que Ramiro no votó por ti, ni cuando se casaron, ni ahora. Y ya no lo va a hacer. Quieres que se te entregue por completo, como tú te entregaste a él. Entiende que no lo puedes forzar, no quiere.

- Dios me va a ayudar, él nunca me ha abandonado.

- No responsabilices a Dios de tu neurosis. Mírate, te aferras a todo: a la religión, a tu formación, al deber ser. Y pasas por encima de ti misma, de tu salud, tu bienestar, tu libertad, con tal de cumplir las expectativas del mundo entero. Con tal de que el marido, no se salga con la suya. Dios no tiene nada que ver con eso. Y mientras tanto, tu frustración va en aumento, y la vida se te escapa de entre las manos, al tiempo que navegas en las tormentosas aguas del desamor y te sientes sola y asustada de la vida. Y aunque quieres seguir engañándote y tu evasión es enorme, sabes que no eres feliz. Que lo has intentado todo, te has esforzado, entregado y...

- Y no, no soy feliz. , es verdad. Pero no me voy a divorciar. Yo no merezco eso.

- ¿Y mereces ser infeliz el resto de tu vida?

- No. Yo merezco ser feliz, ser amada.

- Ese es el problema, que te engañas. En el fondo no crees que mereces ser amada. Ramiro no te ha amado, y sientes que nadie más lo hará. Tienes que darte la oportunidad de experimentar el Amor en tu vida. El Amor con mayúsculas, el verdadero. Me refiero a un amor, como el que tú eres capaz de dar y Ramiro no quiere recibir. Tú no eres esta mujer en la que te has ido convirtiendo.

- Es cierto, yo no era así...

- Él te saca tu lado oscuro, no se lo sigas permitiendo, tienes un maravilloso lado luminoso que estás dejando que se muera con tu terquedad de que Ramiro te corresponda. Él te ha demostrado que no es capaz ni de recibir amor, menos de darlo.

- Pero le he entregado toda mi vida. Y ahora que nuestros hijos están tomando sus caminos, que los nietos están llegando, él debería...

- No, Rebeca, por Dios, no vayas por ahí, que por eso estás empantanada. Él no va a hacer lo que debería... nunca lo ha hecho, y ahora menos que nunca. Mira la realidad, mientras no lo hagas, vas a seguir sufriendo. Deja de esperar lo que no va a llegar y empieza a construirte una vida propia, eso es lo que mereces, no te conformes con menos.

- Pero en esa vida no estaría él.

- Ahora tampoco está él, tú lo sabes. Por eso estás como estás. Por eso sufres tanto, porque él no está, aunque tú quieras creer lo contrario. Ya no es suficiente que físicamente esté ahí. Te siente sola, profundamente sola e infeliz. Y cambiar eso, no está en manos de Ramiro, sino en las tuyas.

lunes, 2 de marzo de 2009

CAFÉ CON CHARO

Lindy Giacomán Canavati es Poeta, Escritora, Novelista, Dramaturga, Guionista de Cine y Televisión, Periodista, Compositora, Productora, Directora de Teatro y Terapeuta. Nace en Monterrey, N.L., México en 1954.
“Café con Charo” es uno de sus trabajos periodísticos en los que combina el periodismo con su profesión de Terapeuta, que muy probablemente pueda ser útil a las lectoras de Mujer en Palabras. Aquí tienen el primero número de un total de seis, que iré publicando poco a poco.
Adelante, que disfruten el café...
Issa Martínez



Café con Charo


Por Lindy Giacomán

COMO PUEDO SEGUIR AMÁNDOTE

Días y noches, semanas y meses torturándome
deseándote más allá de la razón y la cordura
presintiendo siempre que en algún momento
en cualquier sitio, por destino, por azar,
nos encontraríamos irremediablemente, como hoy.
... No te sentí más cerca de lo que has estado siempre
imposible, vives en mis venas, en mis pálpitos, en mi sudor.
Me pregunto qué sucedió en ti en este encuentro abortado
me pregunto si tu sangre golpeó tus entrañas
si mi nombre martilló tus sienes
si sentiste que algo tiraba de tu piel
si algo te quemaba, te consumía, te arrastraba
... me pregunto cómo puedo seguir amándote
sabiendo que en ti, de eso, no ha sucedido nada.


¿ÉL ES TU AUTORIDAD MORAL? MALO EL CUENTO


- Quiero sacármelo del alma, Charo, pero no puedo. Y me aborrezco por eso. Ayer que me lo encontré fue un choque... yo me sentí morir, y a él...

- Sí, ya lo sé Teresa... a él no le pasó nada... Absolutamente nada. Si acaso pasó un mal rato. O su ego se infla al ver que sigues ahí, esperando.

- Eso es lo que no puedo creer. No puedo. Me parece algo increíble, es algo imposible que él no me ame. Que después de todo no se haya decidido por mí. No puede haber fingido hasta ese grado. No puedo creer de mí misma que siga sintiendo esto por él.

- Mira, ahí está lo difícil, tú te entregaste entera, y no fue gratuito, él en verdad hizo cosas que te hicieron creer en su "amor". Muchas cosas, por eso te es tan difícil asimilar que no signifiques nada para él. Jugó con tus sentimientos a pesar de que no pensaba comprometerse en serio. Si tuviera 15 años, se puede comprender, ¡pero 50! ¡Caray, si a los 50 no sabe lo que quiere y es así de volátil el cuate...! No se puede ser tan superficial e inmaduro a esas alturas, y andar como adolescente en la vida. Su neurosis está gruesa.

- Eso es lo que me confunde, Charo. Es un ser tan sensible, tan analítico...

- No, no, no, querida, no. Seamos claras, Teresa. No demostró ninguna sensibilidad con lo que te hizo, y en cuanto a su capacidad de análisis... no, no lo creo, definitivamente no. Al menos no en cuanto a sí mismo y su vida emocional. Una cosa es su rollo verbal y otra su capacidad de amar. Es un incongruente... y eso hace que sea un egoísta y un insensible en los hechos... y lo que cuenta, son los hechos. Contigo faltó sistemáticamente a la sensibilidad, y se dedicó a recibir sin medida, porque vaya que tú eres desbordada, y él encantado, recibe y recibe, sin dar nada a cambio. Cualquier discurso, por brillante que sea, se evapora ante los aplastantes hechos. La inteligencia verdadera, incluye la inteligencia emocional, no lo olvides... y este hombre en este sentido es un... retrasado emocional enorme, con todo y sus estudios que no le han servido de nada, por lo menos en su vida.

- No comprendo como puedo seguir atada a él...

- Hay una razón de mucho peso, Teresa: tienes miedo de que se te vacíe el corazón si lo sacas de la jugada. Tienes miedo a enfrentarte al sinsentido. La vida te parece triste, sin colores, si no estás ilusionada, enamorada de alguien... si no tienes con quién compartirla...

- Es cierto, Charo, pero aún así, nunca debí caer en la tentación. Era un hombre casado, y por más que me dijera que era infeliz con su esposa, que nadie en su casa lo comprendía ni lo valoraba... fui una tonta, una...

- Una mujer que había caído en la soledad y el sinsentido... en una edad difícil como son los 40 años... no seas dura contigo, Teresa.

- Él nunca se comprometió, no sé cómo pude seguir adelante, nunca me prometió nada, y yo no podía dejar de verlo, de recibirlo cada vez que quería, de esperarlo cuando se acobardaba y me dejaba de ver, hay que ser una...

- Que no seas dura contigo, mujer... cierto, nunca te prometió nada, pero como si lo hubiera hecho. Te decía que tú eras la mujer más especial que había conocido en toda su vida, que si no fuera porque tú estabas en su vida, no valdría la pena seguir adelante. No te soltaba, aunque él siempre ponía las reglas del juego, decidía cuándo y cómo y cuánto tiempo te veía, te hacía sentir que por él, no se separaría de ti... si pudiera...

- Y ya lo ves, ahora que puede, porque por fin se divorció, está con otra...

- No, si es todo un ejemplar... Demasiado retorcido para alguien tan transparente y auténtica como tú.

- No sé cómo no te hartas de escucharme siempre dándole vueltas a lo mismo.

- Porque yo ya lo viví, Teresa, y sé por experiencia que se necesita un largo proceso para sacudirse de una relación así... Y ¿sabes cuál es el colmo de este tipo de hombre? que aunque una rehaga su vida, porque finalmente se ha sanado, madurado y encontrado un Amor real, es decir, correspondido, él, en su infinita vanidad, sigue creyendo que no puedes volver a amar a nadie como lo amaste a él. No les cabe en la cabeza que ya es pasado y ni siquiera te acuerdas que existe, porque en el presente, tu relación es tan rica que lo borró del mapa de tus sentimientos.

- ¿De verdad tú estuviste alguna vez como yo, Charo? No lo puedo creer.

- Tal cual... igual o peor, querida. Créeme.

- ¿Y cómo pudiste salir adelante, volver a amar?

- Cuando vi la realidad. Cuando puede ver al cuate tal como era y lo dimensioné correctamente: era un enano. Me costó mucho rehacerme, reconstruirme, entender que yo sí era capaz de amar. Cuando capitalicé la dolorosa experiencia, me abrí y llegó alguien a quien en verdad amo... y me ama. Alguien que está totalmente comprometido conmigo. Al ser correspondida, comprendí que aquello que había vivido no había sido un amor verdadero. El Amor no nos destruye, aquello sólo fue una relación que debió haberse quedado en romance, no fue más que eso, un romance, bastante desafortunado, por cierto, pero del que aprendí mucho. El problema es que una no está educada para tener romances, sino relaciones serias y para toda la vida, y con todo y lo que hemos avanzado, las mujeres aún nos sentimos hechas añicos cuando nos atrevemos a vivir algo fuera de las reglas... algo a lo que, creo que a final de cuentas, le entramos por sobrevivencia.

- ¿Creíste que en verdad lo amabas?

- Por supuesto, Teresa, en mi neurosis quise creer que era amor, no sólo amor, sino el amor de mi vida, cuando no era más que una relación neurótica y destructiva para mí. El amor sano es otra cosa, créemelo. Amor que no es de dos, no se puede llamar jamás amor. Pero te comprendo, porque cuando estaba como tú, jamás pensé que podría decirte esto que te estoy diciendo. Yo estaba segura de que era amor del bueno. Tú y yo somos de esa clase de mujeres que no nos metemos en una relación sin amor, nos moriríamos de la culpa.

- Debo estar muy enferma, porque a pesar de todo yo lo amo y siento que nunca más voy a amar a nadie así.

- Te digo que exactamente eso creía yo, y mírame: feliz, plena, amando de verdad por primera vez en mi vida. ¿Sabes qué es lo que pasa? Que en el fondo te dejó tan herida, con la autoestima tan, pero tan lastimada y en el suelo, qué digo en el suelo, ¡en el subsuelo! Su abandono, te ha generado todo tipo de inseguridades, desde tu físico, hasta tus capacidades. Sientes que tú eres la que no lo merece a él, que seguramente con la que ahora está es mejor que tú, lo cual es absurdo, porque es exactamente lo contrario, es él quien no te merece a ti, no merece un amor como el tuyo. No fue capaz de valorar un amor tan maravilloso como el que le ofreciste. Además aderezado con tu enorme creatividad y sensibilidad... no, sí bruto como el que más.

- ¿Por qué no puedo verlo así?... Si es así, quiere decir que soy la mujer más imbécil del mundo... la más ingenua, la más estúpida y neurótica.

- No, Teresa, sólo eres una mujer con una gran capacidad de amar, y una profunda necesidad de ser amada... y la persona en la que confiaste, no merecía tu confianza. Eres una mujer que tiene que aprender a pedir lo mismo que da.

- Me dejó destrozada el alma. La vida. Me siento seca, anestesiada por dentro. Como si toda yo fuera una gran herida. Se llevó mi alegría de vivir, mis ganas, mi fuerza. No me reconozco a mí misma. No puedo siquiera acordarme cómo era yo antes de que él apareciera en mi vida... No puedo con esta nostalgia. Me duele la vida.

- Lo sé... pero te curarás de este mal amor, no, corrijo, no hay malos amores, el amor siempre es bueno, lo que hay son malas relaciones. Te curarás, es cosa de que trabajes en tu autoestima, pero en serio. Hasta que sientas con todo tu ser que mereces ser amada con la calidad y la capacidad con las que tú eres capaz de amar.

- ¿Alguna vez lo lograré sentir que alguien me puede amar realmente como soy?

- Lo lograrás. Tienes que dejar de juzgarte tan duramente, mirarte como eres: hermosa, noble, valiosa. Este hombre te dejó inmersa en un mar de inseguridades, su rechazo hizo que te miraras insuficiente, incapaz, inadecuada. Capitaliza la experiencia, toma una decisión irrevocable: nunca más vas a permitir que otro hombre te use, te descalifique, te cree inseguridades... no le vas a dar a ningún hombre el poder de ser tu autoridad moral. Tú, y sólo tú tienes que ser tu autoridad moral. Sólo hay dos opiniones que deben importarte en la vida: la que tengas de ti misma, que debe ser maravillosa, y la que Dios tiene de ti, que es la magnífica, puesto que es tu creador, y él ama su obra. Y quien llegue a tu vida y pretenda tu amor, te tiene que mirar con los ojos que te mira Dios.

- Eso está en chino.

- Ni tanto, es difícil y requiere mucho trabajo, pero me consta que es posible.

jueves, 4 de diciembre de 2008

BLOG DE LA ENDOMETRIOSIS


Si deseas enterarte de importantes temas relacionados con la Mujer. Visita el blog de La Endometriosis, en donde podrás inscribirte y participar, ya sea con tus dudas o comentarios, ya sea como lectora. (Para continuar leyendo los temas pincha en el link respectivo)

»Logran un embarazo con óvulos inmaduros. El procedimiento podría beneficiar al 40% de las pacientes con problemas de fertilidad.

»La técnica del diagnóstico genético preimplantación permite seleccionar embriones libres de enfermedades hereditarias. El diagnóstico genético preimplantacional (DGP) puede ofrecer importantes beneficios en la prevención de tumores hereditarios.

»Células madre: una solución a la infertilidad. A partir de estas células se podrán obtener óvulos y espermatozoides lo cual constituye una de las técnicas reproductivas del futuro.